País

¿Transantiago fue una buena inversión?





Siete años son más que suficientes para determinar el correcto funcionamiento de este sistema, y los más aptos para opinar son los propios usuarios, los cuales también aprovecharon de dejar sus sugerencias.




Anterior a Transantiago existían las populares “micros amarillas”, pero por la necesidad de modernizar el transporte público debido a la creciente población se recurrió a un proceso de análisis y observación de modelos utilizados en otros países, para así adoptar uno en Santiago. Estas investigaciones se basaron principalmente en el trasporte público de Bogotá, Colombia llamado: “TransMilenio”. Cabe destacar que el modelo colombiano ha funcionado sin problemas, pues su implementación está sustentada principalmente en las micros y sólo posee una línea de metro, permitiendo así invertir todo lo necesario en infraestructura, máquinas , capacitaciones, entre otros aspectos necesarios para un buen funcionamiento de este sistema.
El modelo chileno se formó a partir de dos etapas, la primera ocurrida el año 2005, que consistió en la oficialización del proyecto y la puesta en marcha de la construcción de corredores segregados, conocidos como vías exclusivas, la llegada de los buses hizo ver las primeras implicancias del modelo, como la altura de vías de sobre nivel y ancho de las calles. Por otro lado la segunda etapa que comenzó el año 2007 trató del nuevo sistema de pago con la tarjeta bip! Llevando la inversión hacia el área de la información para los usuarios y el establecimiento de validadores para este nuevo medio de pago

Como podemos ver, realmente se trató de una gran inversión, pero sin importar esto la ciudadanía no se mantuvo impávida al comprobar en terreno que el nuevo sistema no satisfacía sus necesidades, ya que la falta de recorridos y puntos de  carga de las tarjetas no eran los suficientes. Aún así, es necesario destacar las mejoras que implementaron estos nuevos buses, tales como: bajar la altura y los escalones para su acceso, contar con una plataforma para minusválidos y tener más espacios para contener a más personas, siendo sólo esto último cuestionado.
A la hora de preguntar, pasado los siete años del comienzo de toda esta reestructuración del transporte público chileno las caras de los usuarios cambia de una expresión neutral a undesagrado, la gran mayoría sigue evocando el recuerdo de las “micros amarillas”, pocos prefieren el metro y nadie otorgó el lugar preferencial a Transantiago. A pesar de la negativa, los usuarios se mantienen abiertos a la posibilidad de mejoras sustanciales para el empleo de a de este medio.    
Es innegable el gran esfuerzo económico y mediático que se vio obligado el gobierno a invertir. Quizá todo el problema se pueda atribuir a malas estrategias de inmersión de un nuevo sistema en una sociedad que llevaba años con otro, o derechamente a la errónea gestión puesta en marcha de este tipo de transporte. Determinar la causa del problema no calmará a quienes aquejan la gran falta de recorridos y puntos de recargue, los cuales a lo largo de estos siete años no han aumentado al  punto necesario, es por esto mismo que la ciudadanía suele caer en una especie de protesta silenciosa al simplemente evadir –no pagar- al subir a los buses.
Finalmente, cuesta responder de forma cabal nuestra pregunta de encabezado, pues la idea sencillamente fue contraria a la ejecución del proyecto, pero determinar si fue o no una correcta inversión al parecer tomará más tiempo del deseado porque aún falta mucho por mejorar.

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